El imán de un liderazgo carismático

El carisma personal es una capacidad que bien potenciada consigue influir en las personas y les ayuda a desenvolverse en ciertas situaciones. La realidad actual es que el liderazgo carismático hoy en día es la llave que abre muchas puertas.

Los líderes carismáticos se caracterizan por ser de ideas firmes y tener un vasto conocimiento sobre un tema en concreto. El mejor paradigma de liderazgo carismático lo constituyen los políticos, pues éstos consiguen con frecuencia tener una gran influencia en aquellas personas que comparten sus ideales, influencia hasta tal punto que a veces consiguen que sus audiencias apoyen la totalidad de sus discursos.

Uno de los mayores ejemplos de liderazgo por la naturaleza rocambolesca y controvertida de la historia, lo constituye Adolf Hitler. A pesar de defender unas ideas macabras y alejadas de cualquier moralidad, el dictador alemán fue un líder que logró construir su partido de la nada, creando una idea y un símbolo por el que luchar aunque careciera de ética alguna. Pese a que el físico no acompañaba al perfil de hombre que él pretendía crear, su poder de persuasión convenció a millones de personas; las cuales perdieron su vida tan solo por defender la causa alemana.

Trasladándonos al mundo empresarial, el liderazgo carismático se caracteriza por un directivo que ante todo debe estar seguro de sí mismo y confiar sobre todo en lo que comunica a sus empleados. Un buen líder debe de tener siempre sus pensamientos ordenados, pues intentar transmitir muchas cosas a la vez, hará que la situación se descontrole. Una técnica muy empleada en el liderazgo es estimular las emociones de nuestro público, es decir, conseguir que sonría, que participe, que se emocione con el mensaje…etc.

Sin embargo, no debemos olvidar que para lograr ser un buen líder carismático tenemos que entrenarnos, pues el pilar fundamental es saber transmitir seguridad en lo que decidimos, ya que esta combinación de elementos generará siempre respeto en nuestros receptores.

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